domingo, 18 de agosto de 2013

Pedrouzo-Santiago(22 km)

San Román de Retorta-Melide(30 km)

Habiendo desayunado, dejamos temprano el albergue de San Román de Retorta y seguimos camino hacia Melide, a unos 30 kms.
El camino hacia esta ciudad a  primera hora de la mañana se convierte en un ameno y fresco paseo a través de las pequeñas poblaciones que nos vamos encontrando. Sin embargo, el sol hizo acto de presencia y empezó a aplomar nuestros pasos y a calentar nuestras cabezas.
Cansados, no solo por el intenso calor, sino por el largo camino, llegamos a una Melide engalanada en fiestas y, como era de esperar, nos encontramos una ciudad plagada de peregrinos, ¡cientos de ellos!, aquellos que eligieron caminar hacia Santiago por el Camino Francés, el más concurrido y conocido de todos los que se dirigen a la tumba del apóstol.
Por la tarde, decidimos ir a cenar todos juntos y degustar, una vez más, una de las delicias de El Camino en tierras gallegas, el pulpo; no con cachelos, pero sí acompañado con unos también gallegos pimientos de padrón.
Después de cenar, pocas son las ganas de unirnos al ambiente festivo de la ciudad y muchas las de llegar al albergue y dormir. Ya en Santiago tendremos tiempo de regalarnos la merecida celebración...

Melide-Pedrouzo(31 km)

A pesar de la gente que había en el albergue, el despertar fue silencioso. Poco a poco se iba escuchando el característico ruido de las cremalleras de las mochilas a medida que la hospitalera hacía sonar la máquina de café para unos peregrinos que salían hacía la arteria principal de la peregrinación a Santiago. En nuestro caso el destino era Pedrouzo, a 33 km. Lo elegimos así para llegar a la Plaza del Obradoiro en dos etapas y escapar de las aglomeraciones de este tramo. No obstante era emocionante ver cómo semejante multitud dirigía sus pasos al oeste. Entre ellos múltiples culturas, múltiples pensamientos, múltiples dolores pero sobre todo, múltiples deseos. Los había religiosos en exceso así como otros en defecto, los había deportistas, minusválidos, los había turistas y ciclistas..., peregrinos. Todos avanzábamos formando una gran fila por caminos cargados de sombras y bellos senderos pues, a pesar de estar saturado, no ha perdido su belleza. Al llegar a Arzúa, algunos peregrinos, ya exhaustos, se iban agrupando en las puertas de la gran oferta de albergues de esta pequeña ciudad conocida por sus quesos pero también porque durante la Batalla de Pavía, un lugareño(Alonso Pita da Veiga) hizo prisionero al Rey Francés Francisco I. Seguimos camino Pedrouzo visitando, por recomendación de los voluntarios de esta villa, el templo de Santa María, dónde aprovechamos para sellar y dejar constancia de nuestro paso. La llegada a O Pedrouzo se hizo de desear, los km marcados en los mojones no se correspondían con la realidad y además el calor iba mermando nuestras fuerzas. Por suerte, el grupo de avanzadilla nos iba animando y nos adelantaba los bares y descansos que había en el camino. Al llegar corrió la cerveza por doquier y, tras una reparadora siesta, nos sentamos a ver cómo la multitud llenaba bares y tiendas, ocupaba los parques y cómo la magia del camino inundaba este atardecer
que, para muchos de nosotros, era el último antes de ver finalizado nuestro camino.

miércoles, 14 de agosto de 2013

Lugo- San Román de Retorta( 19-23 km)

Hacía poco que el bar había abierto, los clientes, por su situación estratégica, se aproximaban y lo iban llenando a medida que su única camarera iba perdiendo el humor. A la salida los pasos peregrinos parecían pesar más que otros días. Las ampollas y las cargas musculares iban mellando la velocidad del grupo y poco tardamos en separarnos. El dolor era tal que hubo rendiciones y ahora no sólo el dolor físico irrumpía nuestro camino sino que se sumaba el emocional de no haber acabado una etapa a pie. No obstante no es rendirse no hacer una etapa con el resto, rendirse sería no poder llegar a Santiago. Durante la ruta, y seguidos por la ilusión de ver una construcción única en España, decidimos desviarnos 4 km para ver la iglesia subterránea y tardorrománica de Santa Eulalia de Bóveda. Desafortunadamente, todos los peregrinos que decidimos ir hasta allí, no pudimos entrar a verla porque aquellos que debían enseñarla no estaban, por alguna razón, en su puesto de trabajo. Después de preguntar a una amable ganadera desistimos de ver esta iglesia y seguir nuevamente las flechas amarillas que nos llevarían hasta la pequeña San Román de Rétora. En el bar nos esperaban quienes, acertadamente, no vinieron a ver la impenetrable iglesia y fue el momento de comenzar a comprar para comer y cenar. Aquí nos dimos cuenta de los distintos ritmos de vida entre la ciudad y los pequeños pueblos. Su voluntad era generosa pero su eficiencia no acompañó a los más de 45 minutos que tardó en servirnos 4 cosas. La llegada al albergue estaba cargada de incertidumbre. La desorganización invadía el lugar a falta del hospitalero, pero a su llegada y al saber estar de los peregrinos, todo quedó solucionado. La comida fue un éxito.

O Cádavo-Lugo(31 km)

Con los "buenos días" de los nobles jóvenes de O Cádavo, en festiva amanecida, comenzamos la mañana y el largo camino hacia Lugo, a unos  31 Kms. Un largo y duro camino, pues volveremos a pisar poca tierra y mucho asfalto, como en las pasadas etapas cántabras.
Hoy se suman a esta aventura, Adán y Charlotte, dos buenos amigos que estoy seguro disfrutarán como niños
esta experiencia. Como pasó con las valientes chicas de Zaragoza, en sus pasos se reflejan la ilusión y las ganas por formar parte de este sueño.
El Camino Primitivo va llegando a su fin y ya parece que empezamos a sentir, o a intuir,  la ola de peregrinos del camino francés en su fluir hacia Santiago, ejército de entusiasmados soñadores armados con concha, bordón y mochila, cargada de mágicas experiencias y enseñanzas de vida.
Después de pasar diferentes poblaciones, en las que la tradicional fuente de agua fresca es sustituida por la menos amable, a la vista y al bolsillo, máquina expendedora de bebidas, llegamos agotados al casco histórico de Lugo tras pasar una de las varias puertas de su imponente muralla romana, la que antaño pasó también Alfonso II el Casto.
Lugo respira historia por todas sus calles, sus casas y su suelo. Es una pena, como ya ha pasado en otros ciudades visitadas en este largo camino desde Irún, no poder quedarnos más tiempo para disfrutar de ella. Nos iremos con la satisfacción de haber visitado su bella catedral de Santa María y haber recorrido su muralla a lo largo de su adarve, acondicionado para el disfrute diario  de lucenses  y visitantes.
Dejamos Lugo, también, con el buen sabor de boca que nos deja el pulpo con cachelos y el ambiente de sus terrazas y bares. Bares como el Vintage, donde disfrutamos de la amabilidad de su propietario, que no paró de ofrecernos sus pinchos cada vez que pedíamos una caña.

lunes, 12 de agosto de 2013

Fonsagrada-O Cádavo(27 km)

Las mañanas comienzan a ser más oscuras pero hoy, en especial, más aun. Un manto de espesa niebla no nos permite ver más alla de las señales que van apareciendo a nuestros pies. Pronto nos cruzamos con los peregrinos que han pasado la noche en Padrón y van un poco más rezagados sabiendo que el día no apretaría con el calor propio del verano. Ascendemos poco a poco por sombríos caminos. Predominan pinares y castañares y, respecto a la fauna doméstica, cambiamos de las robustas vacas Asturianas de los Valles a las no menos impresionantes Rubias Gallegas. Llegados al final del pinar que baja hasta Portadavella repusimos fuerzas con bocadillos hechos con barra gallega, es decir, comimos para todo el día. La amable camarera parecía no dar abasto al enjambre de peregrinos que salían de entre los árboles. Con mano izquierda y mucho carisma nos atendió mejor de lo que se podía esperar en tan abarrotado lugar. El camino seguía ahora hasta Lastra y, a pesar de ver cantidad de telas de araña resaltadas por el rocío, no hubo ninguna tan peligrosa como lo fue la flecha amarilla que guió a muchos peregrinos por un camino precioso pero poco transitable, del que todos salían exhaustos. En Lastra nos sentamos a refrescarnos y a ver la llegada de los incautos que no deseaban dicho sufrimiento. Posteriormente
el camino hasta O Cádavo fue pobre en sombras y comenzamos a sufrir los efectos de una niebla que se levantaba y daba paso a un sol radiante y castigador. No obstante, los últimos km estuvieron impregnados de música y cohetes que, desde lejos, nos hacía imaginar el ambiente festivo de nuestro pueblo por un día. A la llegada, nuevas polémicas empañaban el albergue. La mezcla de peregrinos, turigrinos y personas que caminan a Sangiago no es apropiada cuando las plazas escasean.

Grandas de Salime-Fonsagrada(29 km)

Partimos temprano hacia Fonsagrada dejando a nuestras espaldas, aún de noche, la Colegiata de San Salvador.
En nuestras mentes la subida al alto del Acebo, que pondrá fin no solo a nuestro paso por Asturias, sino también a la dureza de este Camino Primitivo que ya va llegando a su final.
Aunque de fuerte pendiente y larga en su recorrido, la subida al alto del Acebo no coge desprevenido al curtido peregrino que ya está destinado a llegar a Santiago, después de haber puesto a prueba su fuerza y voluntad en las etapas anteriores.
Ya superado el alto y en provincia de Lugo, disfrutamos de otro maravilloso mar de nubes del que emergen efímeras islas coronadas por abundantes aerogeneradores, gigantes ingenios del siglo XXI en un camino de ecos medievales.
Llegamos a una Fonsagrada con aires de fiesta, pues se celebra en ella un festival de folklore.
Sorprende la gran cantidad de peregrinos que pasean por las calles de esta villa, unos a por la típica ración de pulpo con cachelos y otros buscando, sin suerte, alojamiento en uno de sus varios hostales, pues el albergue, situado en el vecino pueblo de Padrón, estaba desde hora temprana saturado de peregrinos.